Las clases prácticas son, como su propio nombre indica, para practicar: para utilizar los conocimientos adquiridos en las clases teóricas y aplicarlos a la realidad. Clases en las que los alumnos tienen contacto con los proyectos y circunstancias que se van a encontrar en su vida profesional. Ahora bien, no es tan sencillo conseguir esos objetivos. Muchas veces la clase práctica termina convirtiéndose en una clase teórica, pero con algún componente práctico, como la resolución de un problema o la realización de diversos ejemplos escenificantes de la materia impartida. ¿Cómo hacer para llevar la realidad al aula? ¿Cómo realizar una buena clase práctica?
En primer lugar, se deben fijar los objetivos que se buscan con la práctica. Sea cual sea la materia –que engloba ya los objetivos particulares y concretos de las asignaturas-, algunos de los puntos que esa práctica debería reforzar son: la capacidad analítica y resolutiva, la organización, el entendimiento del problema planteado, la capacidad de relación y, si este fuese el caso, el trabajo en equipo. Multitud de objetivos englobados en el objetivo principal: preparar a los alumnos para el mundo laboral, mejorando su versatilidad y empleabilidad y ayudándoles a potenciar el talento personal.
Teniendo claros los objetivos, el segundo paso sería traer un caso interesante a la clase. Es importante que sea un caso que acerque lo más posible a la vida real, que los alumnos puedan ver cómo lo que aprenden en las clases se aplica en el trabajo real. Además de ser una herramienta motivadora, es una forma más certera de que los alumnos descubran en qué áreas quieren trabajar en el futuro.
En esta línea, CompanyGame plantea los simuladores de negocio como una opción muy interesante. Herramientas en las que los alumnos se enfrentan a un caso que podría ser real, pero de forma virtual. Existen simuladores de muchos tipos, adecuados a multitud de disciplinas (Economía, Empresa, Ingeniería, Hotelería, Finanzas…) y en ellos se trata de que los alumnos dirijan una empresa virtual (como si fuera real), atendiendo a numerosos conceptos aprendidos: de finanzas, de economía, de RRHH, de marketing, de operaciones, gestión, organización, etc. Una forma de trasladar el aula a la realidad.
Por último, para lograr sacar el mayor rendimiento posible a una clase práctica, se debe decidir la distribución del tiempo. En este sentido, sugerimos que en la clase se reserve alrededor del 15% del tiempo para la presentación de la situación práctica; entre un 60-70% para la resolución de la misma; y entre un 15-25% para la presentación de las diversas soluciones (15%-25% de la clase). Que los alumnos compartan su experiencia es muy enriquecedor, tanto por la exposición que realizan como por la enseñanza que adquieren de los otros compañeros.