Cómo fomentar el emprendimiento en una clase práctica

El emprendimiento es un factor de empleabilidad cada vez más importante. En un mundo tan cambiante como el actual, las empresas buscan personas versátiles e innovadoras, que no sólo tengan capacidad de adaptación, sino que sepan leer las tendencias y demanda del mercado para proponer nuevas formas de conectar con él. Muchas veces estas capacidades son más valoradas por las empresas que los propios conocimientos que la persona haya adquirido en su carrera.

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En este sentido, conviene promover las actividades que ayuden a potenciar esta habilidad emprendedora. En el colegio y en la universidad, una de las maneras más factibles y provechosas de hacerlo es a través de las clases prácticas. Clases prácticas que dejen al alumno la mayor libertad posible para tomar decisiones y que permitan idear soluciones muy diversas, que el profesor ni tiene por qué haberse planteado. Y cuanto más se acerque el caso planteado a la realidad, mejor; un caso real incentiva mucho más la voluntad y el ingenio del alumno.

En esta línea, pueden ser de gran ayuda los simuladores: herramientas en las que los alumnos se enfrentan a casos cuasi reales, en los que idean soluciones teniendo como base los conceptos aprendidos en clase. Ya no se trata sólo de aplicar lo aprendido, sino de utilizarlo de trampolín para crear algo nuevo. Con esta filosofía, los simuladores de negocio se perfilan como especialmente adecuados para carreras de ciencias sociales y gestión (ADE, Economía, Turismo, Hostelería, Ingenierías), para que los alumnos puedan ocupar el puesto de director o gestor de una empresa o de alguno de sus departamentos. Desde ahí manejan conceptos de finanzas, economía, RRHH, marketing, operaciones, gestión, organización, etc. Una forma de trasladar el aula a la realidad.

Los simuladores de negocio están completamente orientados a la práctica y al nacimiento de nuevas ideas. La distribución del tiempo en una clase con un simulador lo corrobora: alrededor del 15% del tiempo para la presentación de la situación práctica; entre un 60-70% para la resolución de la misma; y entre un 15-25% para la presentación de las diversas soluciones. Que los alumnos compartan su experiencia es muy enriquecedor, tanto por la exposición que realizan como por la enseñanza que adquieren de los otros compañeros. Así, el profesor sólo lleva el 15% del tiempo de la clase, pero el restante 85% corre de parte de los alumnos, lo cual potencia mucho más el desarrollo y la emergencia del emprendimiento en los alumnos.

Tan importante es la capacidad emprendedora, que varias universidades (en España y América Latina) ya han incorporado una materia de "Emprendimiento" en diversas carreras. Cada vez se exige más para lograr el puesto de trabajo deseado, y probablemente esta tendencia aumente en los años venideros. ¿Por qué no formar a los alumnos también en el arte de emprender para que estén lo más preparados posible para alcanzar sus metas?